La gripe
se transmite desde individuos infectados a través de gotas en aerosol cargadas de virus (procedentes de secreción nasal, bronquial o saliva que contenga alguna de ellas ), que son emitidas con la tos o los
estornudos o sólo al hablar. Ya mucho más raramente, a través de las heces de
pájaros infectados. También es transmisible por la sangre y
por las superficies u objetos contaminados con el virus, que se denominan fomites.
Los virus de la gripe resisten más en ambiente seco y frío. Pueden
conservar su capacidad infectiva durante una semana a la temperatura del cuerpo
humano, durante 30 días a 0 °C y durante mucho más tiempo a menores temperaturas.Puede ser fácilmente inactivado
mediante detergentes o desinfectantes.
La gripe se distribuye en epidemias estacionales
que provocan cientos de miles de defunciones, que pasan a ser millones en los
años de pandemia (epidemia
global). Durante el siglo XX se
produjeron cinco pandemias de gripe debido a la aparición pormutación de diferentes cepas del virus. A
menudo estas nuevas cepas han surgido a partir del trasvase de cepas típicas de
animales al ser humano, en lo que
se denomina salto de especie o heterocontagio. Una variante mortal del virus de
la gripe aviar denominada H5N1 pasó
por ser la principal candidata para la siguiente pandemia de gripe en humanos
desde que traspasó la barrera de especie en los años 1990 y provocó decenas de defunciones en
Asia, hasta la aparición de la neogripe A (H1N1) en 2009. Afortunadamente
aquella variante aviar no mutó y no puede transmitirse de persona a persona,
pues sólo afectó a humanos desde aves contagiadas.
Ese contagio no es fácil
pues requiere unas condiciones muy especiales.
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